Una carta para esa yo que no salió ilesa,
pero sí valiente.
La que caminó con los pies sangrando por dentro
y aún así se detuvo a recoger los pedazos de su dignidad
como si fueran flores en mitad del desastre.
🩶 No fue heroico. Fue humano.
No te levantaste con discursos motivadores.
Ni hubo música épica de fondo.
Sobreviviste en silencio,
con los dientes apretados y el corazón hecho trizas.
Y eso, aunque no luzca en redes ni se aplauda en público,
es un acto de coraje.
Te vi callar cuando querías gritar.
Te vi ceder por miedo a perder,
aguantar por amor, por costumbre, por no saber soltar.
Y después… te vi romperte.
Pero también te vi quedarte.
Arreglándote con manos temblorosas.
Tejiéndote con hilos de paciencia.
🌒 Sobrevivir no fue bonito. Pero fue real.
Hubo noches sin luna,
madrugadas donde el insomnio te interrogaba con preguntas crueles.
Días en los que fuiste sombra de ti misma,
pero aún así preparaste el desayuno.
Porque eso también es sobrevivir:
encender la cafetera en medio del duelo.
Tender la cama con la pena sentada en el pecho.
Responder “estoy bien” sin creerlo,
solo para no explicar lo inexplicable.
🌿 Sanaste como sanan las cosas que importan:
lento, en silencio y con grietas visibles.
No fue una sanación de revista.
Fue real.
Llena de retrocesos, días grises y victorias que solo tú notaste.
Sanaste dejando de odiarte.
Perdonándote por haber confiado, por haberte perdido,
por haberte silenciado en nombre de un amor que no te abrazó como merecías.
🪞 Hoy te miro con los ojos limpios.
Ya no como la que se quebró,
sino como la que eligió reconstruirse.
La que entendió que no todo lo que se rompe muere.
Que también puede nacer otra versión:
más sabia, más libre, más tú.
Esa versión eres tu.
Y la aplaudo en cada gesto que parece pequeño:
en cada “no” que antes no decías,
en cada descanso sin culpa,
en cada abrazo que te das aunque nadie más esté.
🕯️ Gracias por resistir cuando parecía inútil.
Por no abandonarte, aun cuando todo dolía.
Por hacerte compañía en tu peor versión.
Por apostar, aunque fuera con miedo,
a que algo bueno aún podía brotar de ese suelo estéril.
Hoy camino gracias a ti.
Hoy escribo sin miedo porque tu callaste por tanto tiempo.
Hoy me siento entera porque tu te fuiste recogiendo, pedacito a pedacito.
🌱 Esta carta es tuya.
Es mía.
Es de cualquiera que se haya sentido rota y aún así eligió vivir.
No igual que antes.
Sino con más verdad.
Y si algún día lo olvidas,
vuelve a leer esto:
Tú no solo sobreviviste. Te convertiste en casa.