Una carta para quienes no están lejos en kilómetros,
pero sí en presencia.
Porque hay vínculos que se estiran… pero no se rompen.
Y aunque el silencio se instale como un huésped incómodo,
el cariño encuentra su modo de hablar bajito,
como si susurrara desde otra habitación del alma.
🌍 No estás al otro lado del mundo
Estás en ese rincón exacto donde los abrazos no llegan,
pero los recuerdos hacen escala.
Ese punto en el mapa donde no hay frontera visible,
pero sí una ausencia que pesa como equipaje sin ruedas.
No nos hablamos.
Tal vez porque las palabras no siempre encuentran su pasaporte.
Tal vez porque hay distancias que no se miden en kilómetros,
sino en silencios acumulados.
Pero te pienso.
Te pienso con ternura, sin rencores, sin urgencia.
Como quien recuerda ese postre de infancia que ya no existe,
pero cuyo sabor aún vive en la lengua del alma.
🍰 Así te pienso:
Con ese dulzor nostálgico que no empalaga,
pero permanece.
Como la canción que ya no escuchas,
pero tarareas sin darte cuenta mientras cocinas.
Y me consuela saber que estás aprendiendo a quererte.
A tu ritmo.
Sin prisa.
Te estás cuidando como se cuida una planta después del abandono:
con más paciencia, menos juicio,
y solo la luz necesaria para no quemarte de nuevo.
Eso, créeme,
es un acto de valentía silenciosa.
Porque se necesita coraje para mirarse al espejo
sin filtros ni disfraces,
y aún así decir:
“Hoy también merezco un abrazo… aunque solo sea con la mirada.”
☕ A veces imagino que nos encontramos,
en un café sin reloj, sin apuro, sin ruido.
Un sitio donde el tiempo se sirve en tazas pequeñas,
y el pasado no interrumpe la conversación.
Nos reímos bajito de lo que fuimos,
nos contamos lo que dolió,
pero sin que duela.
Y no nos preguntamos “¿cómo estás?”,
porque ya no basta.
En cambio, nos miramos de frente
y preguntamos con sinceridad:
“¿Cuál fue tu victoria secreta de hoy?”
Sé que haces lo mejor que puedes
con lo que te quedó después del huracán.
No de esos con nombre de tormenta,
sino de los que pasan por dentro,
esos que no salen en las noticias
pero te dejan el alma con goteras
y los muebles del corazón desordenados.
Pero tú reconstruyes.
Con estilo.
Con humor de ese que no grita,
pero alza la ceja como diciendo:
“Sí, me rompí… pero aprendí a barrer los pedazos bailando.”
🌱 Te pienso desde acá.
Sin presión. Sin drama.
Como quien riega una carta con esperanza
y espera que florezca en tus ojos
cuando el momento esté listo.
Porque al final,
no estamos tan lejos.
Estamos apenas…
a un recuerdo de distancia.
Con cariño del bueno,
una versión tuya que no te olvida.
🌀 ¿A quién te recuerda esta carta?
Si alguna vez tuviste un lazo que se transformó sin romperse,
quizás también sea tuya.
Déjame un comentario,
o compártela con esa persona que sigue viva en tu memoria,
aunque ya no cruce tu rutina.