🌀 Del miedo al odio hay una rabia de distancia

(Y entre medio, una sesión de terapia que nunca tomamos)
El miedo nunca entra por la puerta principal.
Se cuela.
Susurra.
Se disfraza de perfeccionismo, de exigencia, de esa necesidad de tener siempre el control.

Desde la psicología sabemos que el miedo es una emoción protectora, necesaria.
Pero cuando no lo reconocemos, se transforma.

Si esa ira no se escucha ni se abraza, con el tiempo,
se convierte en odio.
El odio es solo una herida que se olvidó de cómo pedir ayuda.
Y lo más triste: se alimenta del dolor que no se verbaliza.Y cuando llega el odio, no viene solo.
Trae de la mano a la arrogancia.
Esa voz altanera que en realidad es una niña o niño asustado, que grita:
—¡Yo estoy bien!
Cuando en realidad quería un abrazo.

Se convierte en ira.
Esa rabia súbita que nos cierra la garganta y nos abre el volumen.
La que arrasa con todo cuando lo que realmente queríamos era llorar.

La arrogancia no es otra cosa que una defensa emocional, una forma elegante de esconder el miedo a ser herido de nuevo.
Como quien se pone un abrigo de cuero en pleno verano, por si acaso alguien le pregunta algo incómodo.

🧠 Desde una mirada consciente, podemos ver que muchas veces ese odio que proyectamos afuera tiene domicilio dentro.
Y pide luz.
Y espacio.
Y nombre.

✨ Por eso, sanar implica también reírse un poco de todo esto.
Porque el humor tiene algo sagrado: nos permite soltar sin perder la profundidad.
Una carcajada a tiempo es a veces más terapéutica que una sesión de psicoanálisis.

Así que si alguna vez te has sentido dominada por la rabia, o te sorprendiste deseando que alguien tropiece con un lego descalzo…
respira.
No estás sola.

Hazte la pregunta más poderosa:
¿Qué me dolió tanto que me hizo levantar estas murallas?

Sanar no es un destino.
Es una práctica diaria.
Y si te ríes en el camino, mucho mejor.

Con más preguntas que respuestas,
con más heridas que filtros,
y con el firme propósito de no quedarme pegada al enojo,

Una bloguera con alma de psicóloga emocional de barrio,
que aprendió a mirar con ternura incluso lo que no le gusta de sí misma.


Aquí no encontrarás fórmulas mágicas, pero sí palabras sinceras, emociones con nombre propio y más de un intento por abrazar lo imperfecto con conciencia.

Ninoska

«La escritura no es solo un refugio.
Es un acto de resistencia silenciosa.
Una forma de respirar cuando el mundo aprieta el pecho.
Una grieta luminosa en medio de la sombra más densa»


Ninoska.

Enlaces sociales


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *