Venus Inesperada


(Para todas las mujeres neurodivergentes)

Hay mujeres que no llegaron con instrucciones.
Tampoco con GPS emocional ni armaduras.
Solo con una sensibilidad brutal, desbordante, incómoda.
Tan incómoda que el mundo quiso apagarla. Silenciarla. Encerrarla en etiquetas.

Creciste así, ¿verdad?
Tratando de entender qué hacías mal.
Mirando a los demás como si tuvieran el mapa, el código, la contraseña.
Y tú, con un corazón como un radar sin filtro. Sintiendo todo. Demasiado.

Esta no es solo una carta.
Es una ofrenda.
Un espejo.
Una forma de decirte: no eras tú el problema.

Es para ti, niña callada que se escondía en los detalles que nadie miraba.
Para ti, adolescente que hablaba otro idioma emocional en medio de conversaciones vacías.
Para ti, mujer que a veces se siente “un poco marciana” mientras el mundo juega a la normalidad.

Es para ti que aún caminas entre contradicciones:
tan fuerte y tan frágil.
tan sabia y tan confundida.
tan brillante, aunque nadie lo supiera nombrar.

Aquí no hay juicios.
Solo verdad.
Aquí no hay moldes.
Solo piel, carne, electricidad.

Ser neurodivergente no es una tara.
Es otra manera de estar viva.
Más vibrante. Más honesta.
Más salvaje también.

Porque tú no llegaste con manual,
pero sí con galaxias en las pupilas.
Con un pecho lleno de tormentas sagradas.
Con ideas que nadie más se atrevía a pensar.
Con un alma ruidosa en un mundo que exige silencio.

Y sí…
Te dolió el recreo,
te pesaron las luces del aula,
te quebraron las etiquetas que no decían tu nombre.
Pero aún así, sobreviviste.

¿Sabes lo que eso significa?

Que eres indomable.

Tu mente es un río sin compuertas.
Tu intuición, un radar que detecta verdades ocultas.
Tu cuerpo, un tambor que resuena con todo lo no dicho.

Te llamaron rara.
Y tú pensaste que “rara” era igual a “rota”.

Pero no.
Era igual a única.
A mapa nuevo.
A idioma por inventar.

Has crecido leyendo gestos como si fueran jeroglíficos.
Has pedido explicaciones que nadie supo darte.
Has sentido que eras “mucho” o “poco”,
cuando en realidad eras solo tú:
cruda, compleja, honesta.

Y eso asusta.

Porque tú no finges bien.
No decoras lo que sientes.
No entiendes el juego de lo social cuando implica traicionarte.

Eres una rebelde del alma.
Una Venus en desacato.
Una mujer que rehúsa recortar sus alas para encajar.

Tu existencia ya es revolución.
Porque resistes.
Porque sigues aquí.
Porque, a pesar del ruido, del juicio, de la soledad…
sigues danzando en tu propio eje.

No te apagues.
No te edites.
No te hagas más pequeña para caber en un mundo demasiado estrecho.

Tu diferencia no es un defecto.
Es tu firma.
Es tu huella digital emocional.
Es el poema que llevas tatuado en el pecho.

Y aunque a veces duela —y vaya que duele—,
aunque no siempre te lean bien,
tú sigues siendo cielo.

Inabarcable. Incomprendida.
Pero luminosa.

No estás rota.
Eres un universo que vibra en otra frecuencia.
Y quien tenga oídos finos,
verá constelaciones en ti.

💬 ¿Te viste en estas palabras?
Cuéntamelo. Escríbelo.
Este espacio es tuyo también.

Ninoska

«La escritura no es solo un refugio.
Es un acto de resistencia silenciosa.
Una forma de respirar cuando el mundo aprieta el pecho.
Una grieta luminosa en medio de la sombra más densa»


Ninoska.

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