🌿 Bienvenidos a este rincón donde las palabras no solo respiran: cicatrizan.
Soy Ninoska. Mujer. Autista. Y sí, sobreviviente.
No de una guerra visible, sino de aquellas que no dejan medallas ni titulares: las internas, las silenciosas, las que se libran cada día en el campo minado de lo cotidiano.
No tuve un diagnóstico en la infancia.
Tuve dudas. Muchas.
Tuve silencios que gritaban por dentro y miradas que no sabían en qué casilla ponerme.
Crecí siendo el «enigma», la «excesiva», la que parecía no encajar del todo, pero tampoco encajar en el no encajar.
Me descubrí tarde. A tientas.
No en una sala clínica, sino en el espejo que es la vida, en los textos que me desgarraban, en las noches donde entendí que lo que sentía… tenía nombre.
Y cuando no entendía nada —cuando el ruido afuera me devoraba por dentro—, escribía.
Porque escribir fue —y sigue siendo— mi forma de no desaparecer.
No solo un refugio, sino un puente. Una forma de sostenerme sin volverme de piedra.
Una manera de ordenar lo caótico sin traicionar su verdad.
Escribo para encontrarme.
Escribo para no mentirme.
Y, a veces, escribo por si tú también necesitas saber que no estás sola.
Este blog es eso: una casa abierta.
Con grietas, sí. Pero también con lámparas encendidas y espacio suficiente para sentarnos con nuestras historias sin pedir permiso.
Aquí habita lo real: lo que duele, lo que transforma, lo que aún no entendemos del todo pero igual se queda.
📚 La escritura no es solo un refugio;
es una forma de existencia.
Es una declaración de presencia en un mundo que muchas veces nos quiso invisibles.
Es el susurro firme de quien ha aprendido a vivir entre sombras sin dejar de buscar la luz.
Si en alguna palabra de las mías encontrás un reflejo, una herida compartida, una risa escondida que te haga bien…
entonces este espacio ya tiene sentido.
Y vos también.
✨ Bienvenidos.
Aquí no se exige perfección.
Aquí simplemente… se respira, se siente, se es.