Para esas almas que no hacen alarde, pero dejan luz donde estuvieron.
Hay personas que no llegan con estruendo,
ni anuncian su presencia como quien pide aplausos.
Aparecen como quien se sienta en silencio junto a ti
y te deja espacio…
para respirar,
para ser,
para quedarte.
Este poema es para esas presencias sin nombre,
para esos vínculos que no se encasillan,
pero marcan un antes y un después.
Porque a veces —solo a veces—
las conexiones más verdaderas
no necesitan ruido, ni etiquetas, ni promesas.
Solo estar.
Y este, quizás, fue uno de esos encuentros…
Tú no fuiste estruendo.
Fuiste eco.
Uno de esos que resuena sin lastimar,
que se queda en la piel sin imponer nada.
No haces pactos con luces de bengala.
Tampoco huyes cuando el silencio se acomoda entre dos.
Tú…
tú eres de esos que saben estar.
Sin agobiar.
Sin exigir.
Sin irse.
Tu presencia no se impone. Se percibe.
Se agradece. Se guarda.
Tu temple no se grita,
se nota en el modo en que miras,
en cómo escuchas sin interrumpir,
como si cada palabra fuese una verdad frágil
y digna de ser honrada.
Y yo, que me he pasado la vida entera corriendo con la armadura puesta,
me encontré bajando el escudo contigo.
No porque me lo pidieras.
Sino porque no fue necesario defenderse de lo que no hiere.
No sé qué fuimos.
Ni si eso que aún vibra entre tú y yo tiene forma,
nombre o destino.
Pero sé que en tus pausas había hogar,
y en tus gestos, una brújula.
A veces pienso que algunas almas se cruzan
no para quedarse para siempre,
sino para recordarte
que mereces estar donde haya paz.
Donde no tengas que explicar lo que sientes.
Donde tu silencio no incomode,
sino que sea bienvenido.
Si el tiempo, con sus mares cambiantes,
nos lleva por costas distintas,
te llevaré como quien guarda algo sagrado:
no para volver,
sino para no perder el norte.
Porque hay vínculos que no se nombran,
afectos que no se narran,
y amistades que son más bien instantes sagrados.
🕊️ ¿Conociste a alguien así?
A alguien que te enseñó sin palabras,
que supo quedarse sin exigir nada,
que estuvo sin ocupar todo el espacio…
Quizás, entonces, este poema también te pertenece.
Te leo en los comentarios.
Y si algo de esto te tocó el alma,
compártelo con quien entiende
que los vínculos verdaderos no necesitan títulos…
solo verdad.Y eso también vale.
A veces, eso es lo que más vale.